lunes, 8 de marzo de 2010

La tía Patinhas


Llevo todo el día cagandome en la puta del que inventó la nieve. Siento dirigirme a ustedes en este lenguaje tan impropio a mi y a las maneras que me definen como persona fina y elegante. Pero es que hoy más que nunca me siento tío Patinhas, supongo que los de esta, nuestra parte, la dominante, la importante de la Península Ibérica, no sabéis quien es el tío Patinhas, yo hasta ayer tampoco. El tío Patinhas es el tío Gilito en Portugal. Así me llama mi jefe portugués, dice que soy muy agarrada y que no me gusta gastar. Cierto. Sí. Soy más feliz. Desde mi vuelta no soy dada a los grandes gastos ni consumos tontos (no lo necesito no me lo compro, no lo necesito no me lo compro, no lo necesito no me lo compro), de esta manera evito lugares que me llaman al gasto desmesurado a los que antes, en mi antigua vida solía acudir cual desparramadora de euros, tales como Los Encantes, Lefties, o cualquiera de las zapaterías de Pelayo. Me gusta más guardar, para eso sí, al cabo de un tiempo desparramar.

Tío Patinhas o mejor tío Gilito, que el nombre portugués me da pelusa, también soy desde hace unas semanas aquí, porque me ha salido un uñero, que tranquilos, he ido ya hoy a la callista en un parón laboral al mediodía para que me lo quitaran, ya no podía más. Iba totalmente coja, cosa que no acompaña para nada a mi winter look porque voy llena de capas de diferentes texturas y colores todas ellas y resulta fácil confundirme con una enferma mental.

El uñero, elemento básico en mi metamorfosi a pato multimillonario y tacaño se le suma que me he pasado el fin de semana (enterito) rodeada de parejas de novios procedentes de familias humildes y humildes ellos al fin y al cabo que no van a dudar en gastarse 20000 euros en un día para casarse con una persona que total ni fu ni fa pero ya a estas alturas no lo vas ha dejar y que por otra parte no tienen donde caerse muertos, pero ellos se lo van a gastar. Porque olvídense de la leyenda de recuperar todo ese dinero con la buena fe de los invitados ya que corren rumores de sobres vacíos...

Y por último, lo que sí que me posiciona en lo más alto, donde sí me gano el puesto de alter ego del pato, tío de los Patoaventuras, es que no me hace ni puta gracia la nieve, cosa que puedo compartir con gran parte de la población con dos dedos de frente. Lo que me catapulta a ser una persona rancia de verdad es que trabajo delante de un colegio, mi puerta y ventana son de cristal y puedo ver a los niños como salen del colegio, y lo único que he pensado cuando han salido, contentos ellos por la capa de nieve es; Ay! no sabéis la pereza que me dáis.

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