viernes, 7 de mayo de 2010

McCurry

Hace unos meses, en Malasya, tuve un brote racista o discriminatorio o de falta de entendimiento, me lo llaman como quieran pero no soportaba a los musulmanes. No se por qué lo escribo en pasado cuando sigo manteniendolo a fuego lento el asunto de los muslims.
Sobra recordar el capítulo en que me prohibieron exhibir mi cariño por las calles de Melaka. Reconozco que la historia pierde fuerza cuando digo que el tipo que me incriminó llevaba manguitos de lana. La cosa fue que en cuanto llegué a KL, con Rafa y Carletes, me propuse vencer el racismo, la discriminación o la falta de entendimiento a base de diálogo y discusión, como se hace en el mundo intelectual.

Así que pregunté donde quedaba exactamente la mezquita que me iba ahora mismo para allá y hablaba con el imán para que me explicara lo del burka, lo del pañuelo, lo de la mujer en casa, el por qué de tanta mala leche, por qué miran con esos ojos de cabrones, que por qué esa manía con lo de no comer cerdo, y que no me vengan con que son animales sucios, porque para sucios muchas cocinas malayas que he visto yo con estos ojos.

Total, que andandito me dirigía yo a la mezquita y a lo lejos, desde donde ya se veían los minaretes el Carletes y el Rafa seguían detrás mío sin decir ni pío. Eso es amor y lo demás tonterías, Carles ya veía que como idea no iba a llevarnos a buen puerto, pero él prefiere que yo me equivoque solita, haga mi ridículo pertinente y ya luego si eso aprenda algo en esta vida.
Al final me di en los morros con un cartel que no dejaba entrar a los turistas, a los no musulmanes se entiende (intenten prohibir a un musulmán la entrada en una iglesia y/o catedral, ya verás la que se lía. Arde como una tea). Después me di cuenta que aunque fuera musulmana tampoco podría pasar porque en aquella mezquita tampoco entran las mujeres. "Pues anda y a chuparla! catetos, animalillos de campo!" y con una patada al aire y gritando insultos políticamente incorrectos, eso sí lo tenía el sudeste asiático, libertad de expresión, la que quieras, de allí me fui y andando andando acabé en el museo de arte islámico con el morro hinchado y las cejas fruncidas y no quise entrar, "total para ver todo el rato cenefas..." pero luego vi que hacían una exposición de Steve Mc Curry y para no derretirme al sol y porque tengo muy poca voluntad, entré.

Estaba fresquito y los muslims que allí trabajaban no tenían nada que ver con los que odio, y nadie me dijo nada por llevar toda la espalda desnuda, ni me prohibieron la entrada y todo el rato me sonrieron mientras me daban información sobre esos cuellos de camisa blancos que a nadie más que a ellos les quedan así los cuellos de camisa blancos... bueno sí, a Denzel Washington, pero esto ya iría en otor post....
Me paseé por los países musulmanes que Mc Curry ha fotografiado a lo largo de su vida; India, Irak, Pakistán, Irán... y me gustó, no los entendí, pero estuve a gusto.

Y allí me encontré y recordé a tamaño colosal La Foto de la niña afgana en el campo de refugiados pakistaní, la niña de 14 años que aparentaba 30 de mirada de depredador nocturno, que gracias a la gracia del carrete, me imagino que cuando McCurry reveló, lo flipó para bien cuando se encontró con esta foto:

quieren saber con qué se encontró McCurry años después cuando debido a la fama la buscó y rebuscó foto en mano por medio Afganistán o Pakistán?


Y yo aquí me quedo y sigo con mi lucha por cambiar...

Venga! Con Dios... o con Alá, que total es lo mismo.

2 comentarios:

víc dijo...

Eres total

David Gomez dijo...

Que grande eres "pequeña", y no por la altura!!!

Olé tú!!!!