viernes, 11 de abril de 2008

Mi primer viernes en casa

Desde hace mucho tiempo que no paso un viernes como el que me estoy montando hoy, sola, tranquila y con un montón de planes que no se si acabaré.


He puesto una lavadora de ropa blanca, que incluye lo que compré ayer en el container, el vestido es malva pero a su edad no creo que destiña. He hecho la cena, para mi y para Míriam, mi compañera de piso que va a venir a entorpecer mi soledad de manera agradable; un guacamole a base de aguacate, tomate de pera, cebolla, zumo de lima, sal y pimienta, que se va a chupar los dedos, junto con unos nachitos marca DIA a 55 céntimos la bolsa que no tienen nada que envidiarle a esos chulos de los Doritos excesivamente empolvados con ese polvo naranja tan sospechoso que no me hace nada de gracia, ni a mi, ni a mi celulitis. También he preparado un revuelto con espinacas frescas, muchas, un solo huevo, un poquito de crema de leche, una punta de queso ecológico portugés, de cuando mis padres fueron a Portugal ahora en Semana Santa y me lo trajeon, sal y piemienta, esto lo voy acompañar con unas aburridas pechugas de pollo a la plancha con un poco de oregano y andando. Todo esto la Míriam y yo lo regaremos con dos botellas de Lambrusco rosado, que dudo mucho que haya nadie en el mundo que no lo sepa, pero el Lambrusco es el vino que empiezas a beber a muy corta edad, cuando no soportas el vino de verdad, y es que el Lambrusco amigos no es un vino de verdad, pero es fresco, es dulce, pasa bien y tiene burbujitas que son divertidas, pero como vino vino, es una mierda enorme.


Luego mi gran amiga Anna me ha dejado la segunda temporada enterita de "Me llamo Earl" una serie que por su alto contenido surrealista me encanta, son trece capítulos.


A parte de todo esto fantaseo con el echo de que voy a tener tiempo de redactar la entrevista de Monsier Saillard, claaaaaaaaro que sí Fanny guapa.


Eso me da mucha rabia, porque el que ahora escriba este post tiene una razón de ser; me gusta tanto mi viernes que le he incluído un montón de cosas en planing (esto es pospo Iñaki), cosas que no voy a poder acabar y me voy a estresar, este post es para hacerle un tributo a esos viernes aburridos de los que huía despavorida en mi pre, en mi adolescencia y en mi post adolescencia, de la que me gusta pensar que aún se alarga. Tantos viernes que hubiera podido pasar yo en casa quitandome espinillas, haciendome los callos, que antes no pero ahora tengo alguno, leyendo, mirando pelis, series, probandome peinados, pensando, escribiendo, cocinando, hablando con amigos por teléfono. No por ahí bailando la Rafaela Carrá y su para hacer bien el amor, meando de puntillas en lavabos asquerosos, pagando precios absurdos por un cubata que ni disfrutas, bebiendo cerveza a un euro, hablando con gente que si se mueren ahora mismo me da igual....


Que alguien me devuelva mis viernes! no se pueden comprar a modo tiquet o entrada de cine?


yo que se... hay gente que se monta negocios más absurdos, ahora no me viene ningún ejemplo preo los hay. Yo montaría un negocio de vender viernes perdidos para pasarlos en casa y os juro que con más de un trentañero me forraba. Se los rifan.




p.d: no quiero que conduzca a ninguna confusión el echo que haya dicho trentañero refiriendome a ellos como los que comprarían viernes perdidos para pasarlos en casa como yo lo haría. Que a mí los 30 me quedan no lejos, me quedan lejísimos. Solo quería apuntar eso.





Esta foto es de flickr, esto quería aclararlo también, porque ni de coña me como yo un plato tan feo. Era solo para ilustrar un viernes de estos.

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